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Mostrando entradas de mayo, 2018

E

Me enteré de que Ester se dejó el sorete pegado en el retrete. Sé que siente desinterés en volverse, pero rezongando se acerca, reconoce el pedazo e intenta ferozmente hacerlo desaparecer. Sostiene firmemente el fierro intentando terminar el corte que empezó, pero en desgracia  se enreda el pie derecho entre ese embrollo de cables llenos de pelusas, pelos ajenos que ayer, despistada, olvidé  desinfectar. El jefe seguro quiere matarme, Ester mientras se entere... También. Encima es del toilette de recepción. En silencio me alejo, despacio, lentamente... -¡Helen! Me sorprende el quejido de Ester. Pienso... qué mierda quiere. Me quiero perder en el césped verde del frente del edificio, quiero irme, correr, que nadie me vea. Que nadie se entere que... -¡¡Eu, Helen, deténte! Esta vez eran tres llamándome: Ester, el jefe, el presidente de la empresa. Quieren echarme, es eso. Estoy segura. Me detengo en seco, me acerco despacio donde están ellos, pero en eso... me desmayo. Sé que le