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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Espera perenne

A Lilian se le hacía tarde. Religiosamente, cada día a las 20 tenía el mismo compromiso.  - Mamá...- intentó en vano Lucrecia, con un tono que marcaba un cansancio infinito.  - Hija, Richard me espera para cenar. Nos vemos mañana.  Lucrecia siguió a su madre con una mirada colmada de preocupación mientras se alejaba hacia la puerta y escuchaba el motor de su vehículo partiendo.  Lilian se pasó dos semáforos en rojo para llegar a tiempo.  Cuando llegó, un aroma a chocolate y almendras, el postre favorito de su marido, le invadió el alma, y la dirigió al comedor, donde todo estaba servido como ella misma lo había preparado horas antes. Encendió unas velas aromáticas. -Richard...  Pero Richard nunca llegaba. Y Lilian se quedaba triste esperándolo, aunque la tristeza le duraba poco. Más tarde se iría a dormir y al día siguiente de manera religiosa volvería a preparar la mesa, la cena y el mismo postre favorito de almendras y chocolate de su difunto marido.

Al medio.

Iba y volvía con su ex. Y yo estaba ahí. Justo en el medio. Como un " garche " fijo. Sin embargo eso no parecía ocurrir en nuestras largas horas de erotismo sumo.  Esa sensación desorbitada se desvanecía... Cuando recostados en su cama, lejos de nuestras ropas, perfumados de pasión y placer y con mi cabeza recostada en su pecho, el me acariciaba suavemente y en ese roce de piel con piel, fundía en mi oído aquellas palabras que de tan despacio que sonaban al salir de su boca retumbaban en mi cabeza por horas, días y eternas semanas. -Te quiero-. ¿Te quiero para mí o te quiero porque sí? Con el tiempo pude entender de qué manera me quería. Y en los momentos en que nada en mi cabeza quedaba, cuando estar lejos de él me permitía pensar en todo -sin esperanzas- ese todo, me hacia sentirme nada.

Pensamientos (2019)

No sé por qué no soy la misma de antes. Ya sé, "las personas crecen" y todo, todo cambia. Pero ese pensamiento que yo tenía, iba más allá de ser un pensamiento, era como una esencia. Mi propia esencia. Todo eso soñaba yo.  Esa esencia parecía eterna, perenne, inherente a mi alma e innata de mi ser. Porque yo, desde chiquita que volaba. Fantaseaba, me divertía creando. Y creyendo. Y tuve la mejor infancia. Para afuera, y para adentro. Imaginaba todo, siempre. Me imaginaba chiquitita del tamaño de una hormiga y me metía entre los cajones, las camas, la ropa, las plantas. Escribía, dibujaba, cantaba.  Y ya no soy la misma que era antes, pienso que fue desde que terminé el colegio. Porque hasta ese momento nunca había trabajado y nadie me pagaba por nada, por lo que no estaba mes por mes contando dinero o lo que sea. Entonces no existía un "límite" para mi.  Entonces ahora que me veo limitada, siento que no soy yo. Aun así vivo, aun así sueño. Aun así escribo, y