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Mostrando entradas de agosto, 2020

Cómplices delincuentes

Vivíamos en un departamento con casi ocho ventanas de las cuales todas daban a otros balcones o edificios. ' Y... a nosotros nos ven de todos lados. Y nosotros los vemos a ellos ' decía Pablo. Yo trabajaba en una especie de parque de juegos. La gente hacia largas colas para entrar. Y todos los viernes y a veces algún otro día de la semana, me volvía en taxi con un -en principio- desconocido. Físicamente, era idéntico al actor Federico D' Elía .  Había un juego del parque de atracciones, que consistía en subirse a un auto y dejarse llevar por la velocidad máxima. Cuando llegaba la hora de cierre, y el parque cerraba sus puertas al público, me gustaba subirme. Con cinturón de seguridad y todo, me asomaba por la ventanilla y sacaba la cabeza hacia afuera. Mi pelo se soltaba, mis ojos se achinaban, y a mi alrededor veía miles de luces de colores, como las avenidas de Nueva York, o Las Vegas.  Un día el chofer desconocido comenzó a dejar de serlo y se volvió alguien confiable y

Un tóxico amor

  Mientras su mirada se mantenía firme hacia mí, el dolor físico parecía desaparecer.  Él estaba de novio, yo también. Vivíamos separados por un puente, que dividía nuestros pueblos. Yo lo conocía por la facultad. Estudiábamos la misma carrera, nos cruzábamos en los pasillos a diario, en el hall central, en el comedor, sin embargo para él yo no existía. Ni antes, ni después, ni nunca. Él dice que lo hacía para protegerme desde afuera, y yo le creía, porque estaba segura de que lo hacía por amor .  Su novia era diseñadora de indumentarias, Camila. Tenía su propio local en un pueblo cercano al mío... continuará.

Compás

 Hola. soy un compás. Me fabricaron en China, pero no se preocupen, no tengo Coronavirus. Aunque sé que de alguna manera decir cuál es mi nacionalidad en este momento genera un temor totalmente comprensible, sería imposible que pudiera yo ser portador. Porque hace años que estoy encerrado en este pequeño estuche. Es cómodo, no voy a quejarme, pero observo cómo pasa el tiempo y me entristece saber que mis sueños no van a cumplirse jamás. Al menos no si sigo aquí encerrado. A partir de mi nacimiento, viajé con miles de compases más, todos del mismo color y estatura, cada uno dentro de su estuche, el mío es color rojo, y tengo a mi lado una incómoda cajita en la que llevo las minas de grafito para poder dejar huella en cada paso que dé. Lamentablemente conservo la mitad de las minas y no porque mi dueña me haya usado un montón, sino porque en el camino muchas se perdieron o se rompieron y no pudieron reponerlas. Además mi dueña me tiene olvidado aquí, entre sus cosas de librería que, a de

Parece que va a llover

"Parece que va a llover”, leí en la notificación emergente del celular. Y esperé, ilusa, que fuera una joda. Él siempre hace lo mismo y la verdad que esta vez, no creo que se lo perdone.  Nos hemos caído. Nos volvimos, sin saberlo, rutina. Fuimos… perdiendo el sabor. De a poco derribamos todo aquello que con tanto amor e inocencia construimos algún día. Me acerco a la ventana. Mi mirada se pierde entre las nubes grises que sí, anuncian una tormenta. Pero ya la veo venir, ya la siento, y no logro tragarla. No sé si estoy preparada para el resto. Observo que más allá de la ventana no llueve, pero más acá sí. Aquí dentro llueve.  ‘Pirici qui vi i llivir’ como si el agua fuera un ácido que nos quemara la piel hasta morir. ‘Parece que va a llover’ me dice, y cuando pasa eso, él no sale de su cueva. Y entonces unas estúpidas gotas se vuelven obstáculo para ver a su amor. Las nubes son tan grises y pesadas que no puedo ver con claridad. Y creo que de tanto llorar, me inundé por dentro. 

Vecinos de parada

No sé si él sabe que yo sé quién es. Todas las mañanas está en la parada del colectivo, y lleva en la mano una botella fría de soda de 1 litro. Todas las veces que lo vi se tomó un Coniferal, viste camisa celeste y pantalón beige.  Siempre que lo veo me pregunto a dónde va con esa botella... ¿Y por qué la lleva? ¿Para qué? Un día me hice todo un rollo, que tal vez trabaja como portero de edificio y se pasa un buen rato ahí.. pero que tiene más pinta de empresario, o un cargo superior como gerente, pero ¿Y por qué no va en auto? ¿Se dará cuenta que pienso sobre él? En su trabajo quizás no tienen bidón de agua... ¿Por qué toma soda? Y como la curiosidad mata al gato, un día estuve a punto de preguntarle. Pero entonces se iba a dar cuenta que lo observaba todos los días. No debe tener más de 56, ¿Y si se confundía conmigo? Opté por el silencio.  Pero hoy... hoy, no llevaba la botella. Y lo reconocí igual. Y... ouch. Creo que él también a mi. Pero más que nada como vecinos de parada.