Summertime sadness

 Enero, 2015, Villa Carlos Paz.


[Contexto: La juventud, el turismo, los autos de Molino Rojo, Zebra Club, Keops, o Khalama paseando por las calles de la villa con la música a todo volumen y entregando promociones de esa noche en cada esquina. Los bares colmados de gente, algunos que recién llegan y sólo vienen a bailar y volverse a eso de las 10 cuando cierran las puertas del boliche y abren las del Disco al frente del lago San Roque, ideal para pasar todo el alcohol que hay en el cuerpo con una Cindor o un Ades, mientras entrás al super de shortcito corto y top negro, y los empleados recién empiezan a trabajar sabiendo que después del desayuno te vas a dormir tremenda siesta de dos días.]

La noche llegaba a su fin para nosotros. Desde que nos juntamos con mi amiga y su nuevo amor de verano en Avenida San Martín y Belgrano, ya habían pasado unas cuatro horas. Detrás de las montañas la oscuridad del cielo comenzaba a tornarse rosada. 

Vos habías conducido hasta Alvear y Alberdi, la esquina más copada de la Villa. Punto Alvear, un club nocturno, algo que no llegaba a ser boliche pero tenía todo para serlo y aun así era perfecto. Sentía que había pasado mucho en pocas horas. Es que era yo la que había sentido, reído, llorado, porque de pasar, lo que yo esperaba no sucedió en absoluto. Como siempre, creí que esta vez sería distinto. Estaba segura de que por fin ibas a mirarme. Y no como a una más. No como a tu compañera de escuela, la que llamabas por teléfono para que te pase la tarea cuando faltabas, o a la que jodías porque sí, desconociendo que yo sentía esas jodas como tequieros

Pensé, una vez más en estos 8 años, que ibas a notar que esa noche había elegido una mini de jean tiro alto, y el top más lindo de todos en mi guardarropa, que me había puesto las sandalias nuevas color nude con plataforma, y que el maquillaje y el pelo suelto, con mis ondas al viento... no las había seleccionado al azar. Incluso el corpiño, mi preferido en color rosa pastel y detalles de encaje. De todas maneras, si ni siquiera me miraste a los ojos, ¿Por qué llegarías a ver mi corpiño?.

Já, que tonta fui pensando que al menos me dirías 'Che estás re linda'. 

En el baño del bar tuve que ser rescatada por un grupo de chicas desconocidas que realizaban tareas de reanimación a mi desmerecido corazón roto, después de que te viera acercarte a una chica que te sonreía desde otra mesa, mientras bailabas conmigo y tomábamos Fernet de la jarra. Estoy segura de que tampoco te diste cuenta de que me fui al baño porque el alma se me desarmaba a pedazos y no porque 'me estoy haciendo pisss'. 

-Bella! ¡Bella! ¡Sos hermosa!¡Estás re linda! -decían algunas, mientras otras respondían en coro 'Siiiii'. Y me regalaban abrazos, otra me hacía trenzas, una flaca sacaba toallitas desmaquillantes de su bandolera y me limpiaba las lágrimas negras de la cara y alguna más me agarraba de la mano a modo de consuelo. Podría decirse que estaba recibiendo todo el amor del mundo, sin embargo estaba obsesionada con otro tipo de amor.

-Che, cordobesa... 

Dejé de llorar y todas se callaron. Desde la última puerta del pasillo, donde creíamos que no había nadie, salió una chica más caracúlica y algo gótica que otra cosa, fumando. Inhaló la última seca y apagó el cigarrillo en el cartel de 'Prohibido fumar'. Después se acercó a todas nosotras, me miró y dijo algo que fue, creo, lo más sabio que podrían haberme dicho. Pero lo entendí meses después, no esa noche.  

-Cordobesa, mirate a vos lo que sos, ¿Por qué esperar que otro te mire cuando sos hermosa así nomás y con vos misma? ¿En serio 8 años revoloteando alrededor de ese pelotudo? 

Exhalé un suspiro mezcla de llanto y empoderamiento. 

-Te estás perdiendo todo.

-Siiiii!! -dijeron al unísono las rescatistas

Así que terminé de arreglarme para que no se note que estuve llorando y salí del baño, más reanimada que cuando entré, y con el enfoque puesto en otra persona: yo. En algo tenía razón esa chica. ¿Me estaba cagando la noche yo misma? Una de las que me había prestado algo de maquillaje para retocarme, también me pintó los labios con su labial rojo intransferible, cosa que no podía creer que existiera, (para ese año no eran 'lo último' en cosmética). 


Cambio de actitud

Te veo desde lejos, en la misma mesa que compartíamos con los otros chicos. Tomo aire como si me fuera a lanzar por la tirolesa. Somos amigos, sólo amigos. Tranquila, de ahora en adelante voy a cambiar, no voy a permitir bajonearme por nada. Todo es lo mejor para mí. Me amo, me amo, me amo. Primero yo. Primero yo. Tengo que asumir que  nunca me vas a ver como algo más -me acerco a la mesa. Respiro. Aquí vamos.

-Apa! ¿Y esto? ¿Dónde estabas? -te acercás a mi y me acaricias la vincha de trenzas que antes de entrar al baño no estaba allí. 
Una corriente de energía me recorre el cuerpo de pies a cabeza, estoy por quedarme sin aire ni respuesta. En shock. Entonces me acuerdo del consejo de la noche que me dieron segundos antes y te digo: 
-Es que hice nuevas amigas en el baño, jaja. 
-Y saliste más linda también. 
Siento mis pupilas dilatarse. Se me abren los ojos como platos. Sonrío, otra cosa no me sale. ¿Esto está pasando de verdad? Tengo que estar segura.
-¿Qué cosa?- digo. Y te reís. Con esa risa que suena re boluda y a mi me fascina. Pienso que tengo que mantener la postura, fuerte y empoderada como cuando salí del baño, pero lo cierto es que estoy temblando, y aunque una parte de mi se sienta mucho mejor, otra siente que la recorre un miedo totalmente desconocido hasta hoy.
-Que estás más linda. -Decís, levantando la voz porque estamos al lado de un bafle. Y le sumás a eso una reverencia como si también hubiera salido del baño con un outfit distinto, o como si me vieras por primera vez. 

Ohhh shitt. Aquí vamos de nuevo. 


la misma canción de siempre




Comentarios

Entradas populares de este blog

El compromiso del DJ

Sueños I