RR: Un acuerdo tácito (Relato real)

Yo caminé 3 cuadras sola. 

Tres que parecieron diez.

Nos cruzamos al salir de La Celeste.

Él no sé de donde venía,

yo salía con olorcito a pan,

y un poco más relajada

por haber conversado

dos palabras con la vendedora.

Yo casi cruzo a la vereda del frente,

pero lo vi acercarse y me transmitió confianza.



Veníamos solos,

él unos cuantos pasos delante de mi. 

Percibí su miedo,

con la interrupción inesperada del naranjita:

-"Tené un pucho, pa?"

Lo oí responder y fui testigo

de cómo instantáneamente

se tocó el bolsillo trasero,

donde llevaba el teléfono. 

<<Error>> llevar el celular ahí a la vista, pensé.




La av. Gauss oscura

con dos o tres bares y gente dentro,

se cerraba ante nosotros. 

Solo se oían nuestros pasos acelerados.

Yo iba a la parada, él no sé. 

Nos detuvimos un segundo en el semáforo,

y nos miramos.

No hubo ni media sonrisa,

ni alguna palabra. 

Solo un acuerdo silencioso

de acompañarnos mutuamente en la hostilidad

de la noche desolada de Villa Belgrano. 

Caminábamos tan cerca que hasta parecíamos amigos.



Y de creer, elijo creer.

Llegamos juntos a la esquina y yo,

sin conocer su destino,

ni intercambiar nada más

que nuestro común acuerdo,

me alegré de compartir parada con su presencia.


Y de creer o reventar, 

Elijo creer. 

Porque en esas oscuras cuadras,

antes de aparecer en la avenida,

yo venía pidiéndole al ángel de la guarda,

que me ampare y me proteja.

Cuando dejé de rezar, apareció esta persona.

Un tipo de unos 30 y largos, quizá, no sé. 

Compartimos el camino,

el colectivo, y el recorrido.

Y se bajó nada más,

ni nada menos,

que una parada

antes que yo.


Marti Esparza 

RR (Relato real) 

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