Era como si un demonio juguetón la atacara de vez en cuando, solo aquellas veces que se sentía aburrido y lo hacía para divertirse.
Se ve que logrando separarlas él se divertía.
Habían veces que estaban muy bien, las dos alegres. Ella estudiaba en su habitación y su hermana ordenaba  mientras escuchaba algo de música, en su mundo. después, ella preparaba la comida y la llamaba. Y así, de repente, le respondía a los gritos e insultándola por un montón de cosas, algunas sin sentido, o llamaba por teléfono a su madre para inventarle excusas que se convertían en daños para las tres. Cada vez eran más las situaciones en las que el pequeño demonio encubría estos lazos de amor en un humo espeso, oscuro y asfixiante.

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