Pasan las horas

Cosquín Rock, Santa María de Punilla                                                                                   Marzo, 2014

(Yo no sé todavía lo que me hiciste sentir, es como la fiebre cuando quema)

(Será por ti, será por mí, será por todo lo que fuimos... hasta el amanecer)

 (Desde el monte que abrazo, caminos sin explorar, ¿Calmará la lluvia este desierto?)

(Con el alma en las manos, tratando de descubrir, ¿Qué será de nuestro cuerpo alado?)

Camina sin rumbo fijo, camina lento, con el pelo suelto cayéndole sobre los hombros y la mitad de la espalda. Tiene puesta una remera de Las Pelotas, un short que le queda justo y deja ver sus piernas firmes, moviéndose primero una, después la otra, sin un rumbo fijo, sólo caminando... Alrededor no hay más que música, las bandas tocando en vivo, la gente feliz, llorando, gritando, cantando. Empieza a anochecer, sale la luna y se ven algunos destellos en el cielo. Corre una suave brisa, ella sonríe y levanta su mano derecha, acercando a la boca un porro, del que fuma una, dos secas y vuelve a dejarse llevar.

Él la mira, encantado de verla caminar así. Con el porro en la mano derecha, fumándolo de vez en cuando, con la brisa que al correr su pelo, la deja verse así, tan suelta. Lento, primero un paso, después el otro, esas piernas bronceadas que reflejan el caluroso sol de enero. Siente a la vez tantas cosas, pero ninguna es la indicada para acercarse. No presta atención a la música... Ella es tan hermosa. Sin mirar hacia otro lado, la sigue, se deja llevar.

Cada vez están más cerca. Ella aún no lo sabe. Solo camina, escucha la música plena en medio de la nada, siente la tierra en sus pies, la brisa en su cuello, la vida, la naturaleza tan cercana, la energía del rock nacional... Le da una pitada, luego otra más, larga el humo y se frena. Observa en el cielo, la luna. La admira, tan... resplandeciente, astro sin luz propia. Única. Ya no hay más rumbos que seguir.
Todo alrededor se empieza a sentir de una energía diferente. Otra banda sube al escenario, la gente grita su nombre... Comienzan a sonar las primeras notas. Y ambos, sin saberlo, se dejan envolver:


♫ Pasan las horas, se pasan los días. Las noches excesos que corren de más, de amores ajenos que no ponen freno. Historias pasadas que no hay que olvidar ♫

La mira. La quiere tener tan cerca, como para no soltarla más. De repente ella se frena. Mira al cielo. Y él se frena también. Una distancia de seis pasos los separa. Ella gira su cabeza hacia la derecha, sabe que él está ahí. Gira su cabeza un poco más, el pelo le cae sobre la cara. La brisa vuelve y deja ver en su rostro una sonrisa seductora, una mirada compradora. Él se acerca unos tres pasos. Ella se aleja dos más. Y él la sigue.

Vuelve a frenarse, el porro ya no es más su compañía, después de la última seca. La luna está cada vez más cercana. Se frena otra vez. Siente que él está más cerca y se deja llevar, por el momento, la intuición, la música. Mira una vez más hacia atrás, pero él ya está cerca.

♪ Fui tu sereno, tu vago nocturno. Tus ojos en fuego, se quieren vengar. ♫


Se acerca a su cintura, la abraza, y le canta al oído:
♫ Tus vicios los míos, tu sexo y mi sexo, hoy mi pasado me vuelve a atrapar ♫


Ella sonríe. La música ya forma parte de sus sentimientos, de sus acciones. Vuelve a mirar el cielo, pero esta vez, invitándolo. Se da vuelta, lo mira a los ojos y por primera vez, ambos ven las estrellas de la noche en el reflejo de sus propios cristales.

♫ Y al mirar las estrellas, siento que ya se fue♫

Contemplándose así, cada uno en los ojos del otro, pasan las horas, se pasan los días, las noches excesos que corren de más. Se devuelven al instante, una imagen del pasado, que los vuelve a atrapar. Pero la brisa vuelve, la distancia se hace más grande, y desde lejos, se van. Ya no es una realidad, ni una fantasía. 

Ella ve en sus ojos un viaje, lo ve alejarse,  lo ve volar y deja desprender de su cuerpo las alas de su mente, al fin logra alcanzarlo pero él toma otros rumbos. Cuando la busca por el cielo ya no la ve. Ella vuelve a la tierra a descansar su dolor, por volar se perdió y se perdieron los dos.

♫ Un error, otro error, no aprendí la lección. Por volar me perdí, nos perdimos los dos. Y por eso, desde lejos, siento que te vas... Yo siento que te vas... ♫

Vuelven a mirarse a los ojos y a contemplarse una vez más, mientras que la tercer noche del Cosquín continúa, la canción de Guasones que parecía haberse detenido en el tiempo mientras ellos viajaban con la mente, sigue...

♫ Pasan las horas, se pasan los días. Las noches excesos que corren de más. Tus vicios los míos, tu sexo y mi sexo... Hoy mi pasado, me vuelve a atrapar ♫

Ya no sólo se miran. Él la abraza, ya no hay más brisa, ni distancia, ni pasado. El tiempo casi ni existe, porque es presente. Ella se acerca un poco más, le sonríe y de pronto, esa sonrisa desaparece en un beso que él le da.

♫ Y al mirar las estrellas, siento que ya se fue. Un error, otro error, no aprendí la lección. Por volar me perdí nos perdimos los dos♫

El beso perfecto, parece eterno, eternos se vuelven a mirar, se sienten uno al otro una vez más.

♫ Y por eso, desde lejos, siento que te vas... Yo siento que te vas...♫


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