Efectos.

Heros. "Heros" era el nombre que le puse a la relación con Santian. Mi único amor. No fue el primero como dicen que debe ser el único. Fue el quinto o el sexto, pero sin dudas el mejor.
Santian era uno de esos chicos que no existen, pero que sólo han decidido existir por mi. Como si ya hubiera estado destinado que iba a existir sólo para vivirlo yo.
Heros me hacía sentir tantas cosas. Cuando estábamos juntos, mirarlo a los ojos era abrir dentro de los dos un portal que nos encaminaba a un pasadizo iluminado por nuestra propia energía, llena de luz y aromas que se cruzaban entrelazando nuestros cuerpos, abrazados a la luz de la luna en esas noches calurosas de los veranos que pasábamos juntos, o quizás no eran noches y eran días, y tampoco sé si eran veranos o estaciones paralelas de la que formábamos parte. Cuando me tocaba... bastaba con un roce para que me eche a volar, tendida sobre mis propios sueños, nubes de colores envolvían mis pensamientos. HerosHeros
Cómo añoro volver a Heros
-Heros... Heros... ¿Dónde estás, Santian? 
-¿Se siente bien, Señorita?
-¿Qué? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está Santian?
-La ayudo a levantarse. La acompañaremos a un médico así la asiste.

El tipo era un policía. Alto, de unos treinta y dos años. Cuando me tendió su mano para ayudarme, lo vi sonreír. Y esa sonrisa, trajo a Santian a mi mente. Me llevaron dentro del auto policial y no entendía qué estaba haciendo ahí.
Escuché que me habían encontrado tirada entre unas bolsas de basura de un callejón. 

-¿Has estado consumiendo drogas, verdad?
Dijo el médico, entre preocupado y molesto. 
-No. Solo he dormido con Santian.
-¿Santian es tu novio?
-Es mi... mi... no importa.
-Necesito revisar tu bolso.
Sólo lo miré mal. En mi bolso tenía sobres de alucinógenos y pastillas que sólo consumía en Heros. Con mi único acompañante dentro de esa relación titulada 'Heros'.
-No es un bolso. Es mi riñonera. Y tengo que ir al baño.
-Está bien. Podés ir y dejarme tu "riñonera".- Dijo, irónicamente, como si fuese una palabra extraña.
-Eso jamás.- Dije y de un salto, salí corriendo hacia el pasillo. El médico corrió detrás mío y esa sensación de temor y adrenalina juntas hizo que algo extraño empezara a  moverse dentro de mí. Seguí huyendo, subiendo y bajando escaleras, hasta que encontré un baño. Me metí, trabé la puerta y me acerqué al inodoro. Tenía ganas de vomitar. Eso que se movía dentro mío empezaba a asustarme. Quizás se trataba de algún efecto y estaba delirando. Me preguntaba por Santian. Él conocería la respuesta mejor que yo. 
El médico golpeaba la puerta. Cada vez más fuerte. Y yo me sentía cada vez peor. Algo en mi interior me anticipó un cambio. Me aferré de mi riñonera y cerré los ojos. Tuve que hacer un esfuerzo para sentirme libre otra vez, la sangre se me había subido a la cabeza, estaba un poco mareada, un dolor fuerte se apoderaba de mi fuerza, grité con fervor, el médico seguía golpeando y se ve que ya estaban otros más tratando de tirar la puerta abajo. 
Uff... terminó. Suspiré al fin. Me acomodé la ropa y me alejé unos metros... retrocedí aterrada. 
Jamás había visto algo así. Y mucho menos que saliera de mi cuerpo. Yo estaba petrificada  y esa cosa ya empezaba a rugir. Se movía de una manera insólita y despedía un olor nauseabundo que era exactamente el de los residuos de alimentos que había ingerido antes de viajar con Santian, mezclado con jugos gástricos y flujos propios expedientes de mi organismo. Era gigantesca, rugía por dentro y por fuera. De su cuerpo marrón y morboso salían manos y bocas llenas de baba y restos de comida podrida. Al moverse del inodoro hasta donde estaba yo, casi muerta de miedo y asco, segregó un pus de color verde y pelos que se pegaban en el piso. 
Desesperada me subí a una pared divisora entre dos baños y así pude escapar por la ventana, al mismo momento en que los tres médicos tiraban la puerta abajo y la bestia monstruosa se apoderaba de ellos. Pude ver cómo se los devoró uno por uno, sin dejar rastros.
Salté de esa ventana que daba a una plaza llena de flores y un perro comenzó a seguirme. Era obvio. Mi ropa estaba impregnada de mierda. Literalmente.


Hice dos cuadras y esperando en una parada de colectivo para poder subirme a otro y dirigirme  hacia un destino incierto en esta desconocida ciudad en la que me había despertado, un escándalo detrás mío llamó mi atención. Yo estaba con mis auriculares escuchando Grimes, justo en el paso de reproducción de Vanessa a Oblivion, mi tema favorito, escuché el ladrido. Resulta que un perro corría a una mariposa que se posaba en su hocico, parecía mirarlo fijamente y luego se alejaba revoloteando a su alrededor, sin dejarse atrapar. Aparentemente este juego volvía loco al animal, que de no ser porque tenía rabo y ladraba no habría dicho que era perro, puesto que su cabeza no era como la de otros caninos, tenia una forma triangular, tan triangular como el triángulo invertido que tengo impreso en mi remera. La mariposa con su jueguito de aparecer y desaparecer de los ojos del perro me recordaban a Santian. 

*Santian, Santian, ¿Dónde estás?*

Encendí un cigarro. Un auto pasó a toda velocidad y me empapó del agua que corría por la calle. Bien. Ahora no solo olía a mierda sino que también estaba mojada y el hedor se evaporaba más rápido por el agua y el calor que hacía. 
El colectivo no pasaba más. ¿Estaría en el lugar correcto? 
-¡¡¡HIPSTER!!!

Me gritó un flaco con la cabeza llena de rulos que pasaba en bicicleta. "Yo no sé que me habrá querido decir, los hipster no existen y yo no pertenezco a ninguna moda. Sólo sé que extraño  a Santian y no tengo su número para llamarlo. Estoy perdida en una ciudad desconocida", pensaba. De la nada apareció una mujer y se acercó a donde yo estaba. Luego de unos minutos, llegó el tan esperado autobús y la mujer también subió. La miré de reojo porque tenía un aspecto raro, como descuidada, y llevaba en su mano derecha una manta con la que se limpiaba la cara todo el tiempo. 

En sí el coche era diferente a los que me suelo subir. Las ventanas estaban cerradas y habían más caños para sostenerse que lo normal. Todos los pasajeros estaban vestidos de negro y tenían sombreros y lentes. Todos hombres. 
El chofer frenó bruscamente y empezó a sonar una música como misteriosa, se prendieron unas luces de colores y uno de los pasajeros se paró en medio y empezó a hacer un Striptease. Así se fueron parando todos, bailando sensualmente, lo que en mí no hizo más que dejarme estupefacta y sentirme fuera de lugar. 
Sentía en mis pies una humedad que ya me llegaba a las rodillas. Miré y casi muero de repugnancia. Un líquido espeso subía por mi cuerpo, al igual que al resto de los pasajeros que ya estaban todos semi desnudos, y el chofer, que seguía conduciendo. Las ventanillas continuaban cerradas y nadie parecía percatar la situación. La mujer... la busqué con la mirada y la vi, aferrada a uno de los hombres, mientras babeaba constantemente, sin parar. Intenté encontrar su manta, pero no podía, la baba que salivaba aumentaba en cantidad y ya casi me llegaba al cuello, estábamos ahogándonos y sin salvación, moriría sin volver a ver a Santian. Y entonces recordé, con la cabeza a centímetros del techo, que en uno de los viajes que había hecho en Heros, Santian me habló de un animal mágico que salvaba situaciones bizarras. Se llamaba PNY. Abrí como pude la riñonera y entre los sobres alcancé a leer ''Paraíso Salvavidas PNY". Saqué el sobre y me metí la pastilla a la boca. La baba de la mujer ya había alcanzado el techo y nos había embutido a todos.



-¿Estás bien? Julieta, ¿Estás bien? Che, mirame.
-¿Santian?
-Sí, soy yo. Eh, bajá. Dale, bajá.

La verdad que este animal volaba bastante bien. PNY me salvó de morirme ahogada en esa baba ajena, asquerosa y desagradable. 

-Julietaaaa, ¿Me ves? Estoy acá.

-Siiiiii Santiaaaan, ya voooy, pero esto está divertidísimo.

-¿De qué hablás?

-El ponny, PNY, el ponny me salvó de morir. 

De la nada sentí que empezaba a caer. Los colores que el ponny tenía en su cuerpo me enceguecieron y cuando desperté...
Cuando desperté...

-¿Te acordás de mí? Soy Santiago. Julieta, estuviste en coma seis años. 
Quedé atónita. Yo había visto a Santian de lejos, estaba a punto de bajarme del ponny para acercarme  y morir con él, para siempre y en lo que dure la eternidad, pero caí. Y al caer desperté en este lugar blanco, lleno de cables y olor a hospital. Con una enfermera a los pies de la cama anotando cosas en una planilla. Y Santian, que me miraba emocionado, diciendome que era 'Santiago'.

-Heros. Heros, Santian, Heros. 
-No, Heros ya no más. estuviste internada por exceso de drogas. Ya no soy Santian, preferí vivir en este mundo y dejar atrás lo que sea que me haga mal. 
-No, no, no puede ser, Santian yo...


El sonido del 'pip-pip-pip' entrecortado que hacía una máquina que estaba a mi lado empezó a sonar cada vez con más intensidad y menos espacio entre los 'pip', mi corazón se aceleró, alcancé a soltar un 'Te amo en la eternidad' y otra vez más, me sentí libre.
Libre como la mariposa que jugueteaba con el perro cara triangular.
Libre como los viajes que realizaba con Santian.
Libre como cuando logré sacar de mi cuerpo esa mierda mosntruosa.
Libre como la mujer que babeaba sin importarle nada más que ella y su baba.
Libre, libre como cuando volaba encima del pony de colores.

Libre como estoy ahora. 
Etérea. 
Eterna.
Heros.



Martina Esparza







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