Mirar y sonreír.

Algunas veces me descubro sonriéndome a mi misma, caminando  por las calles de Buenos Aires con una cámara profesional colgando del cuello y una pequeña mochila de cuero en la que llevo todas esas cosas que me pertenecen.
Me encanta sacar fotos y qué feliz me hace. Editarlas es lo más lindo. De vez en cuando prefiero dejarlas así como están, sin embargo, en otras ocasiones me parece divertido crear visiones diferentes del objeto real.

Buenos Aires es una ciudad muy transitada. Es la capital del país donde nací, la que me acompañó en mis estudios hasta el momento de partir a Madrid.
Argentina es un lindo lugar y, sí, es verdad eso de que las mujeres más hermosas son las argentinas y también es verdad que la gente es mucho más carismática.
Sonrío cada vez que camino por La Boca. Vine aquí cuando tenía trece años. A los nueve también, pero aquellos recuerdos ya se han borrado de mi mente. ¡Aquellos conventillos tienen tantas historias para contar y yo, yo que amo las historias!
Ahora estoy parando en la casa de unos estudiantes. Me recuerda a mi época universitaria. Está siendo una linda experiencia. Cuando empecé la facultad, en Córdoba, cerca del año 2013 mi mayor sueño y deseo era independizarme y alquilar un departamento. Sola o con compañeras. Al menos esa era la idea que de pequeña me hacía respecto a terminar mis estudios secundarios y empezar la universidad.

Hoy llamé a mamá por la mañana. La escuché contenta y eso aumenta mis ganas de sonreírle a la vida el día de hoy. Papá también está muy bien, hablamos por Skype hace un rato, antes de venirme a pasear. Les costó separarse, no sé por qué. Yo en ese momento no entendía ciertas cuestiones de dinero. Hoy cada uno es feliz por su parte y se llevan mejor... si no se ven tan seguido; pero bueno, me conformo con disfrutar de ellos por separado. Conozco muy bien a ambos y sé como hacer que nuestro tiempo compartido sea agradable.

Inevitable. Se me hace inevitable detenerme cada dos por tres en cada negocio de ropa que veo. Era verdad eso que decían que la ropa aquí es mucho mas barata. En realidad, todo es más barato. Ya compré muchas polleras ¡Las amo! ¡Amo mis piernas! La verdad le agradezco a mi yo del pasado el haber empezado el gimnasio a los diecinueve, edad perfecta para ahora poder disfrutar de este cuerpo tan lindo.

He estado pensando en irme un par de semanas a Córdoba. Y tal vez, un mes. ¡Hace tanto que no me quedo a pasar los días por allá! Muchos recuerdos y nostalgias permanecen aún en mi Córdoba querida. Hace unos años fui a visitar la casa donde nací y me crié, donde también estudié y ayudé con los ingresos a mi hogar. Los nuevos dueños me invitaron a pasar, después me arrepentí, todo se veía tan distinto... preferí quedarme con la imagen de la casa en la que yo viví; igual les agradecí la actitud, eso no lo haría cualquiera.




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