Noche de Rock I

La  ví al toque. Entró sola. Una morocha hermosa. 
Yo estaba con unos pibes que "conocí" en el evento de face, como para previar un poco antes de caer solo. Entró con un grupo de chicas, pero ahí nomás me di cuenta de que no venía con ellas. Las pibas bajaron a la pista de abajo y ella se quedó como con timidez observando el lugar, creo que quizás ser sentía intimidada por venir sola, aunque quizás podía estar esperando a alguien. Caminaba con las manos en los bolsillos de la campera y se movía disimuladamente al ritmo de las canciones que tocaba la banda soporte... ''Los Reynados'' nombre de mierda y encima, malísimos, una mezcla de folclore y rock nacional...  Pensaba que le vendría bien una voz femenina en ese  grupo, además las letras mucha coherencia no tenían, pero con una piba como yo ahí, ¿Las letras importan? Jajaja, pensaba mientras me imaginaba cantando con ellos en el escenario mientras la gente iba llegando esperando a La Beriso. Vi gente de dos tipos y eso me llamó la atención, lo noté en las chicas, claro, los pibes iban todos iguales. Por un lado, habían unas re chetas, con calza, borcegos con tachas, lentes estilo hipster, anillos, gorritos de lana, unas divas tremendas... Pensaba, ¿Esas saltan y hacen pogo? ¿Se compraron la entrada o la ganaron? Y por otro lado, las minitas de jeans rotos, zapatillas con vida de recitales anteriores, musculosas o remera de alguna banda, campera atada a la cintura y la bandera al hombro. Ah, y por supuesto el infaltable flequillo rollinga. ¡Una variedad había! Y remeras también, vi de Callejeros, de Las Pastillas del Abuelo, La Renga, Los Piojos y una que me sacó una sonrisa prendida de recuerdos, de Jóvenes pordioseros. 
Ella no tenía remera de nada, no tenía puesto nada que fuese en representación de una banda de rock, no entraba en la distinción de rollinga o rock cheta y eso, me gustaba. Tenía un estilo que la hacía única entre los dos tipos de pibas que había para mí esa noche. En un momento, se sacó la campera, más que por calor, por hacerme la cheta jeje, me la até a la cintura y me arremangué el pulóver con los puños de la camisa al borde. Mierda, me hubiera sentido más cómoda si dejaba uno de los dos abrigos en el auto, pero como hacía frio y flashé que había un patio...
Cuando al fin la banda terminó, me ubiqué en el tercer escalón que iba a la pista de abajo, justo al costado izquierdo del escenario, se veía bárbaro. Me sorprendí de mi misma, alrededor mío había muchas chicas en grupitos y yo... No me animaba a hacer sociales. Tenía el celular en el bolsillo, pensaba en sacarlo pero... ¿Para qué? No tenía ni internet, ni crédito. Intenté  hacer de cuenta que no lo había llevado con tal de no usarlo.
Había visto un par de conocidos, pero estar sola me gustaba; empezó a sonar Orugas, el Cosquín Rock se me vino a la mente, y
se ve que no podía controlar el cuerpo, los hombros se le movían solos y con las manos tocaba una batería invisible, con una energía! Era como si estuviera sola en su habitación, yo me reía solo de verla así de compenetrada con la música. Noté que se sabía todas las letras que pasaban de Las Pelotas.
-¡Eh, flaco!
-¿Eh?
-¿Qué estás fumando? ¡Compartí!
-Jajajajajaja-. Bromearon los chicos. Yo estaba embobadísimo con la flaca.  La había mirado tan detenidamente, que ya conocía sus movimientos al ritmo de la música. Me pareció interesante que no estuviera con el teléfono en las manos, eso también la hacía única en todo el lugar. Los escalones donde ella estaba sentada, estaban lleno de grupos de chicas, que en vez de hablarse, cantar, o reírse, estaban con la boca cerrada y los ojos clavados en esa pantalla electrónica.
-Che, ¿Compramos una birra más?
Otra vez me colgué y uno de los pibes me trajo a la realidad, aunque en ese momento, mi realidad era ella.
-Si hermano, dos más. Bancá que te doy la plata.
Creo que fueron los únicos cinco segundos que hasta el momento la miraba, dejé de hacerlo. Busqué entre las cosas que tenia en la riñonera, le di al flaco $15 y cuando levanto la vista, casi me muero, la flaca no estaba más.
Sorprendiéndome de mi “desesperación caprichosa” hacia esa chica, la buscaba por la pista, hasta que por fin la encontré.
Se acercaba pidiendo permiso hasta donde yo estaba, ¿Qué, me había visto mirándola? No podía ser, no habíamos cruzado miradas todavía. Como un estúpido creí que iba a hablarme, pero no, pasó por mi lado y entró al baño, pero al pasar por mi lado no pude evitar soltar un:
-¡Pero qué bonitaaaaa!
Escuché que uno de los pibes que les pedía permiso para pasar me dijo. Me ruboricé por dentro y vaya uno a saber porqué lo hice, me di vuelta antes de entrar al baño y le devolví  el “piropo” con una sonrisa... divina, esa sonrisa me descuartizó en cinco mil pedacitos, la flaca esa era un pedacito de oro mezclado con la frescura y belleza de las nubes y el cielo, el viaje perfecto estaba en recorrerla a ella y lo único que me importó en ese momento fue conquistar ese territorio.

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